En la Argentina se discute si las notas deben ser 1, 2, 3 ó 4, 5, 6; si el boletín de calificaciones es mejor que la libreta de trayectoria; si hay que buscar la inclusión en detrimento del esfuerzo. Estamos enredados en un debate improductivo. Mientras tanto, bajo nuestras narices desfilan temas gigantes que ni vemos.